por Carmen González Chacón
Aprendí
que una niña mala
debía amanerarse en sentido contrario a las manecillas del reloj
Y que el cuerpo de los otros
era para juzgar y ser juzgado
en nombre del reposo y las buenas conciencias
Aprendí que la mañana es azul, la muerte oscura
y mi estómago grieta
¡Adiós Soledad!
Las niñas malas encuentran compañía en la última fila
donde las niñas huérfanas
junto a las pelotas de trapo
o corriendo por las espinas con las manos vueltas al sol
¡Adiós Soledad!
Las niñas negras aprendimos a ser niñas malas
allá en la última fila
donde nos sentaron viejos principios
A pesar de todo, las niñas malas aprendieron a vivir
ocultando su paso por la última fila
Las niñas negras nunca aprenderemos a arrancarnos
la piel de las mejillas
Nadie nos besó