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Omara, en sus ocho décadas

Omara Portuondo es conocida, en todos los escenarios del mundo, como Diva del Buena Vista Social Club, y además, para siempre, «la novia del feeling».

En la música popular cubana hay varias voces antológicas, y entre ellas una de acento muy particular, cuajada de armonía y de gracia, dúctil en extremo y capaz de traducir, con pasión, las más diversas expresiones del pentagrama nacional. Me refiero a doña Omara Portuondo, la Diva, que arriba en plenitud de facultades, activa y dinámica, con la misma alegría de su juventud, a su octava década.

Primero como integrante de varias agrupaciones, y dirigida por maestros como Frank Emilio, Orlando de La Rosa y Facundo Rivero, y dentro de aquel mítico cuarteto que fueron las D´Aida, en el que participó junto a su hermana Haydée y a otras dos figuras míticas de la canción cubana, las desaparecidas Elena Burke y Moraima Secada, y luego, desde 1967, como solista, Omara, multipremiada en escenarios nacionales e internacionales, con lauros como el Grammy Latino, apoya sus actuaciones en su extraordinaria musicalidad, condición que singulariza su obra artística, en muy variados géneros, dentro de una amplísima trayectoria discográfica.

Cuba, que la ha reconocido como uno de sus íconos dentro de la cultura y otorgado la Orden Félix Varela de Primer Grado, por la trascendencia de su arte, así como con la Medalla Alejo Carpentier y el Premio Nacional de Música, celebra los 80 años de su natalicio, como también viene festejándose en otros países iberoamericanos, tributo y homenaje a una de las mayores intérpretes de la música caribeña y latinoamericana de todos los tiempos.

Ha brillado en los más disímiles espacios, desde el célebre cabaret Tropicana al universo del cine y del teatro, en el que ha incursionado en piezas como El solar, bajo la dirección de Alberto Alonso, y Vida, conducida por la también coreógrafa Lizt Alfonso, amén de incorporar personajes de época, como en el filme Cecilia, del realizador Humberto Solás, o de haber prestado su voz para otras películas cubanas, como en La bella del Alhambra al personaje de «la Mexicana», evocación del teatro bufo.

Asimismo, ha sido voz que da el acento vibrante en su dramatismo a Madagascar, de Fernando Pérez. Incluso ha resultado personaje del mejor documental de la filmografía de ese director, Omara, síntesis de una vida y de una profesión que, en sí, es legítima expresión de un identitario cultural de profundas raíces populares, desde la propia mixtura de sus etnias y tradiciones.

Es la conocida, en todos los escenarios del mundo, como Diva del Buena Vista Social Club, y además, para siempre, «la novia del feeling», aquel movimiento que transformó, en su raíz, la canción cubana en los años 40 y 50, y en el que fueron piezas claves compositores como José Antonio Méndez y César Portillo de la Luz. Es ella, sencillamente, Omara Portuondo.

Cubahora

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