Por Carmen González Chacón
Del siglo dieciséis data mi pena
y apenas lo sabía
porque aquel ruiseñor
siempre canta mi pena.
Nancy Morejón.
La Era está pariendo un… ¿qué?
En el 2005, después de algunos años atravesando espacios de la contra- cultura urbana, me dediqué a iniciar una investigación que revelase la importancia de estos movimientos que con características de tribus, presupuestos orgánicos y filosofía de resistencia, iniciaban un trayecto autónomo, irradiando luz y esperanzas desde la marginalidad estructurada como componente de escape, a procesos históricamente silenciados como el racismo, el ostracismo, la homofobia y la exclusión de otras minorías. La producción cultural, luego de la enajenación provocada por los tintes con que la institucionalización y el oficialismo camuflaron las propuestas estéticas de los últimos años de la década del ochenta y los primeros del noventa del siglo XX, se vio fortalecida en virtud del tributo recibido. Nacía una nueva forma de expresión con un mensaje emitido a partir de una enorme carga de realidad, cimentada por una voz completamente empírica, en formación, enfrentada a su destino de personajes subalternos, invisibles en la grandilocuencia del discurso del centro de poder.
El punto de partida fue la suma de consecuencias sociales y la complejidad de un tejido urbano, marcado por el cruce entre subalternidades y desventajas construidas; conceptual y físicamente; dentro de la periferia citadina. Enrarecida por sentimientos esencialmente diferentes de cubanidad al amparo de la interacción global, las convergencias, distanciamientos, paralelismo, sujeto/ nación y diáspora. El propio punto de partida me inclino hacia el discurso femenino dentro de la cultura Hip Hop.
Del otro lado de la razón existe un discurso femenino que se niega a seguir visitando viejas promesas de liberación. Ni muros, ni flores amarillas dobladas con dolor después del último beso del amante. Un discurso que ha logrado un espacio donde el lenguaje impuesto por la crisis económica, la revalorización de necesidades primarias y el deterioro del presupuesto moral erigido durante siglos por el patriarcado, dejasen de ser la única avenida transitable hacia la solución de los problemas de la comunidad. Un discurso basado en experiencias personales, con voces del barrio, sin pretensiones teóricas, pero con total y absoluta proyección universal. Utilizando para ello las cualidades absolutas de la verdad como escudo y la oralidad como arma de ataque
Una voz femenina que gusta del olor a mareas profundas, que se disfruta mujer negra, mujer capaz de regir y disfrutar su elección sexual, mujer que no le interesa hablar de las nieves de Paris sino de las abstinencias nacionales incrustadas al Caribe, mujer dueña de cada sobresalto de la vida; sin cortes contra el mal, ni estridencias por el bien.
Es dentro de este contesto que nace el proyecto Alzar la voz. Portador de un discurso femenino que supo imponerse a pesar del papel que dentro del margen o el borde social tiene asignado en nuestras perpetuas colonias americanas y caribeñas las mujeres y sus conflictos de vida Los testimonios acumulados durante tres años hablan de un movimiento del margen hacia la periferia con propuestas diferentes. (Martiatu 2007,p.1)
Estas mujeres han logrado identificar arte y vida de manera indisoluble. Creando espacios de luz donde la estética de la interpretación está basada en la expresión de sus nuevas realidades económicas, éticas y sociales. Aunque continuamente es cuestionado su desenvolvimiento escénico, acusándolas de reproducir gestos masculinos, precisamente en un terreno donde su producción artística ha desvalorizado la hegemonía masculina, animándolo con una gestualidad que juega a la libertad de expresarse sin afeites y contradanzas. Propios de una mujer (otra) con características (otras), necesidades desde la marginalidad de sus argumentos artísticos y de vida. No se entiende la diferencia entre estas mujeres que han enlazado lazos identitarios en defensa de su construcción social, desdeñando las combinaciones de elaboradas invenciones acerca de lo femenino, relacionadas con la apariencia física, aderezos externos, etc. Frecuentemente se califica masculina la gestualidad enérgica; masculinidad = potencialidad= energía. ¿Cómo sacar del cuerpo la violencia ejercida durante cinco largos siglos? Evaluar el efecto permite que las causas, posibles o aparentes, se pierdan en el laberinto de las subjetividades. Estas mujeres no son diferentes en el escenario a las que comparten sus realidades en el barrio, en la esquina, en sus solares de residencia. Lo que aquí sucede es el reflejo de lo que pasa cotidianamente en la comunidad. Precisamente la cultura hip hop se desmarca del concepto occidental del arte por el arte, hablan los hombres y las mujeres de a pie. En el balance que supone la concepción de un espectáculo artístico, la correlación entre su dramaturgia y la puesta en escena, fundamenta que los y las artistas crean en el personaje que representa. Ellas se están representando a si mismas. Es cierto que responden a un esteriotipo creado de lo marginal, de las expresiones artísticas de lo negro, pero es la realidad en la cual viven. Sus verdades.
Existen otros valores igualmente construidos dentro estereotipos muy marcados. Por ejemplo la figura femenina reseñada como símbolo de pureza y buena venturanza. Hombres malos y buenas mujeres. Todo lo blanco es oscuro y lo negro claridad. Sin embargo es innegable la fuerza que tiene el discurso de sus exponentes. Recordemos que ellos se enfrentan a estereotipos construidos mucho antes de nacer la cultura hip hop. Los salseros lo expresan de una manera, los rumberos de otra, los reguetoneros han impuesto los suyos. La impronta de los estereotipos asumidos por hombres y mujeres dentro del hip hop radica en contraponer los nuevos estereotipos a otros establecidos al amparo del teatro bufo con sus representaciones del gallego, el negrito y la mulata.(Martiatu, 2009,p. ).
¿De qué hablan estas mujeres? Sus argumentos están muy lejos de parecer letanías nostálgicas, ni repuestas directas a reforzar el orgullo del macho en detrimento de otra fémina. Sus textos hablan de los hijos muertos en la guerra, de amores y amantes difíciles, senos, orgasmos, clítoris, menstruación, del empeño enredado en consecuencias de viejos principios por blanquear el rostro de la isla. En fin, sus voces proponen disentir del coro mujeril que le hace el juego al patriarcado encerrando la solución en la condición biológica de la mujer y así de simple resolver sólo una parte atravesada por intereses de clases, fundamentalmente.
.Textos pensados y cantados para la mayoría; los pobres, los discriminados por género, elección sexual, discapacidad psíquica física o motora, etc.
Del otro lado de la razón existe un discurso femenino diferente, mostrando un rostro sin maquillajes, ni amagos, con vida propia. Defiende la belleza de sus nudos con el valor del precio de una lágrima. Brota de la necesidad de expresión desde la perspectiva de hija ilegítima, prohibida, expuesta a las terribles manchas del sol, resistiendo y denunciando.
Llegaron las mujeres a la cultura hip hop mucho antes de lo que parece. Acompañando a sus novios, unas. De la mano de algunos amigos, otras. Caminando por la estreches de un país vertical, donde los pasos durante quinientos años se han estado dado en círculos. Curiosas, también. Las formas no importan. Llegaron con sus pelos libres, libres sus maneras. Poniendo en crisis viejos axiomas ejecutivos y patriarcales que disponen la moral de lo femenino, sustentando preceptos de la religiosidad católica y sus sentencias. A partir de realidades existenciales, llegaron Instinto, Krudas, Atómicas, Omega, Magia, moviendo el péndulo a favor de un debate inédito en la cultura y la sociedad cubanas; género y raza. En ese sentido, el avance, intrínsecamente ligado a procesos que fueron gestándose hacía el interior de la conciencia nacional, propone un dialogo descolonizador y la propuesta artística asumida, un espacio de reflexión, con un marco teórico enrarecido, dinámico, convulso y múltiple.
Muchas veces han sido acusadas por la agresividad de sus textos. Sin embargo, lejos de ser un discurso agresivo, si fuera necesario nombrar, el calificativo correcto sería impositivo o de oposición. No sólo fustigan con sus textos las posiciones de dominación y dependencia. Proponen, orientan, dan solución, hablan de mujer a mujer sobre problemas como la menstruación, el parto, la crianza y la prostitución. Desde presupuestos elaborados con habilidad, abriendo los brazos para cobijar marginales y marginalizadas, cambian el rumbo a artificios como moral, estética, tolerancia y otros encierros que han subalternizado la figura de la mujer convirtiéndonos en fregonas universales. Su mensaje no cabe en las cuatro paredes que bloquean la isla. Cuatro paredes levantadas hace siglos por una burguesía, blanca, heterosexual, masculina que muta sus formas, no sus principios.
Pero los machos evalúan. Sus radiaciones nos alcanzan y emitimos ecos. Repetimos, evaluamos, enjuiciamos a imagen y semejanza del proveedor. Del mismo que promueve el tráfico de los cuerpos de negras y mestizas dándole la vuelta al mundo anunciando las bondades del ron producido en sus bodegas. Entonamos el coro de voces que anuncia el nacimiento de una nueva Era. Ese que nos recuerda lo esclavizadas que fuimos, como valor estético. Lo liberada que somos, como valor ético. Lo inconstante, al esconder la voz; unas veces detrás del discurso de las mujeres blancas, otras, detrás del discurso del hombre negro, como valor agregado.
La solución está en dinamitar las cuatro paredes con argumentos. Fortalecer las individualidades, imantar el movimiento femenino de tal forma que no sean posibles ni lazos, ni ecos, ni coros. Un solo palo no hace monte. El tributo debe fluir hacia un bien común. Donde coexistamos con hermanas blancas y hermanos negros sobre las bases del respeto. Violentando, si es preciso, pero sin olvidarnos de fundar. Entonces la Era podrá estrenar un parto de corazón y cerebro. Sin dolor.
1) Se refiere de las mujeres más visibles dentro del Movimiento de Rap en Cuba..
Bibliografía
Acosta Leonardo, Otra visión de la música popular cubana, Editorial NOMOS S.A., 2004
Benemelis Juan Felipe, prólogo del libro Chaka, Una epopeya bantú. De Thomas
Martiatu, Inés María, Alzar la voz En: La Jiribilla, revista de cultura cubana, No.360.Año VI, La Habana 29 de marzo al 4 de abril de 2008.
Mofolo, Thomas, Chaka, Una epopeya bantú. Editorial Arte y Literatura. La Habana 1976.
Morejón Nancy, Antología poética, editorial Monte Ávila, colección “Altazos”, 2006.
Zurbano, Roberto, Vengo del mercado del silencio En: La Gaceta de Cuba, no.1 2005, p.80.