Por Daysi Rubiera
Hace aproximadamente dos años, tres, para mí, importantes mujeres: Maritza, Hildelisa y Damayanti me invitaron a la inauguración de la Red Barrial Afrodescendiente. Espacio de reflexión y diálogo antiimperialista, anticapitalista y antihegemónico, emprendería acciones encaminadas a un mayor reconocimiento y valoración social de las y los afrodescendiente.
Me llamó mucho la atención oír los objetivos que se estaba trazando aquel grupo, de la necesidad de capacitar a sus integrantes para que pudieran captar las nuevas formas de discriminación racial, para su identificación y enfrentamiento que, a raíz de la crisis económica que vivió y aún vive el país, comenzaron a instalarse en la sociedad cubana. Fue increíble las diferentes manifestaciones de los y las allí presente. Hubo testimonios de todo tipo, que sin llegar a catarsis, revelaban las experiencias de cada una de las personas que tomó la palabra. Algunos y algunas de manera muy desenfadada, otros y otras muy tímidamente, pero exponiendo cada quien sus consideraciones al respecto.
¿Quiénes eran las personas allí reunidas? procedían del Consejo Balcón Arimao y otros Consejos de La Habana que querían conocer aquella nueva propuesta: médicas y médicos profesores y profesoras, arquitectas, promotoras culturales, sicólogas, amas de casa, mujeres y hombres jubilados y jubiladas de sus profesiones y oficios, estudiantes, pero todos y todas deseosos de incorporarse a un proyecto que les proporcionara un conocimiento sobre un tema que les tocaba de cerca, no importaba el color de la piel. Lo cual me hizo pensar que no era posible un desarrollo comunitario sostenido sin un empoderamiento de saberes, pero no de un saber cualquiera, sino un saber para este tiempo y consecuente con los propósitos que la Red Barrial estaba proponiendo: democrático, abarcador , inclusivo, reconocedor de la diversidad humana. Un conocimiento que los ayudara a descubrir sus potencialidades, a concretar sus aspiraciones, sus realizaciones, no importaba cuán sencillas fueran, a ser mejores multiplicadores de lo aprendido, sobre todo, conscientes en el combate a discriminación en todas sus manifestaciones.
Me llamó mucho la atención la intervención de una joven, quien hizo un planteamiento relacionado con su desconocimiento conceptual sobre el racismo y la discriminación racial y por ello no supo enfrentar a su jefe, ante un acto discriminatorio de que fuera víctima. Razones por la que acudió a la convocatoria de la fundación de la Red Barrrial. Tenía la esperanza de encontrar en ese grupo los saberes que ella necesitaba para hacer frente a situaciones como las que había planteado. No olvidé ni su imagen, ni su nombre. Lurdes, así se llama.
De regreso a mi hogar e impresionada por aquellas tres valientes y transgresoras mujeres que, al trazarse un proyecto tan ambicioso que, incluso, podía prestarse a malas interpretaciones de personas que aún no reconocen la existencia de la discriminación racial en nuestro país, sintieron la necesidad de definir su identidad racial. Decidí, entonces, colaborar con ellas en todo lo que estuviese a mi alcance. De ahí nació el plan temático con que comenzó la capacitación para el empoderamiento de saberes de las miembras y miembros de la Red. Me acompañaron en ese empeño intelectuales pertenecientes al Grupo Afrocubanas (Oilda Hevia y Yulexis Almeida), el cual coordino y otros profesionales pertenecientes a la Red Barrial.
Tras un año de arduo quehacer, ese grupo exhibe con orgullo el resultado de un trabajo sostenido, que se extendió a los barrios en los que sus Casas Comunitarias se sumaron al Proyecto. Una asamblea de balance hizo ostensible sus resultados. Se exhibieron los logros alcanzados por los diversos proyectos nacidos al calor de la Red. Se comprobó cómo habían crecido aquellas personas, lo que se puso de manifiesto con la intervención de Lourdes, aquella tímida joven que hoy habla de manera firme, decidida, con confianza en sí misma, con dominio de su vida propia, con libertad de expresión y consciente del papel que le toca vivir en su comunidad y sociedad como sujeta legítima y propia.
La Red Barrial Afrodescendiente es una muestra de todo lo que son capaces de hacer las personas cuando tienen voluntad y deseo de ser realmente útiles a su comunidad y a sus gentes.
Artículo publicado en Afrobarriando: Experiencias comunitarias. Comp. Daysi Rubiera y Luis Carlos Marrero. Grupo de Reflexión y solidaridad Oscar Arnulfo Romero, La Habana, Cuba, 2014.