ENTREVISTAS

Mujeres, raza e identidad caribeña~

Mujeres, raza e identidad caribeña: Conversación con Inés María Martiatu

Por Sandra Álvarez Ramírez

Inés María Martiatu ha contribuido considerablemente a hacer visible y estimular la difusión de los temas de la cultura afrocubana. Ella ha realizado importantes aportes a la antropología teatral caribeña. Sin embargo, su interés abarca desde la poesía de una escritora como Nancy Morejón, al cine eminentemente crítico de Sara Gómez, sin olvidar los temas de la narrativa, la canción popular o la importancia de la mujer cubana en el mundo de la cultura hip hop. Sus trabajos han aparecido en publicaciones cubanas y extranjeras. Además, ha publicado libros de ensayo, antologías de teatro, crónicas y cuentos. Entre otros, Algo bueno e interesante (1993), El rito como representación (2000), Una pasión compartida, María Antonia (2004), Cuba. Costumbres y tradiciones (2006) y Bufo y Nación. Interpelaciones desde el presente. (2008). Además, compiló, Teatro Escogido de Eugenio Hernández (2006, Premio de la Crítica ese año). En la mayoría de ellos da preeminencia siempre a los temas que atañen a la mujer negra.

Con la aparición de Over the Waves and other Stories /Sobre las olas y otros cuentos (Swan Isle Press de la Universidad de Chicago), Inés María se nos presenta una vez más en su faceta de narradora. Un premio ganado en 1990 hizo aparecer algunos de sus cuentos en varias revistas especializadas y luego, en 1993, en una plaquette. Desde entonces ha seguido publicando sus narraciones en revistas en Cuba y en el extranjero. Over the Waves and Other Stories /Sobre las olas y otros cuentos es toda una revelación para quienes se interesan en la literatura afrocubana escrita por mujeres. Un libro conmovedor en el cual el racismo, la marginalidad, la santería, el espiritismo y la angustiosa existencia de la mujer negra se nos muestran con toda su magia, pasión y desgarramiento. Todo ello expresado con la intensidad y el talento de la escritora. De la aparición de este libro y su experiencia como narradora nos habla Inés María en esta entrevista.

Históricamente las mujeres han sido relegadas al espacio de la poesía. En el caso de la mujer negra, sujeto en alteridad por su condición racial y que por tanto no cumple con ciertos mitos de la feminidad diseñada desde la blancura, ¿podría entonces hablarse de un posicionamiento desde la narrativa interpretable a partir de esta condición que las signa?

Creo entender por tu pregunta que encuentras una diferencia entre el desempeño de las escritoras negras en el campo de la poesía y en el de la narrativa. En el caso de Cuba, la creación literaria femenina cobró auge en el siglo xix, sobre todo en el campo de la poesía. Ésta reflejaba un mundo de espacios privados donde se realzaban los roles familiares: la madre, la esposa y la hija. Estas poetas se agruparon principalmente alrededor de revistas literarias o de temas generales dirigidas al público femenino. Las familias blancas de clase media y alta veían las artes y las letras como atributos para resaltar la feminidad. No obstante, siempre hubo algunas excepciones, Este fue el caso de la más famosa escritora cubana, Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien se atrevió a pronunciarse a favor de la emancipación de la mujer.

En esa misma etapa, un grupo de poetas negras y mestizas fueron capaces de articular un discurso completamente diferente al de las mujeres blancas. Abordaron en sus textos temas tales como la reivindicación de su identidad y de su africanía, la experiencia de la esclavitud, el orgullo racial y la exhortación a la superación cultural. Un ejemplo lo tenemos en las poesías y escritos de Úrsula Coimbra: “Me siento orgullosa de pertenecer a una raza que por sí sola y a costa de sacrificios, procura elevarse a la altura de las demás y lucha, trabaja y estudia para vencer…”.[1] Otras voces poéticas de mujeres negras de esa época son las de África Céspedes, Cristina Ayala y Catalina Medina.

Por supuesto que la mujer, desde el discurso de la blancura, era descrita e imaginada como objeto y jamás sujeto. Ella era el adorno ideal del hogar. Se le atribuían ciertas cualidades que los patrones sociales dominantes consideraban como la esencia de lo femenino: pasividad, delicadeza, debilidad, proclividad al llanto y en algunos casos hasta al desmayo. A ello evidentemente se opone la figura de la mujer negra de la diáspora. Ella fue protagonista de una dramática historia de horror. Esclavizada, llevando una vida de trabajos forzados en las plantaciones o como esclava doméstica, fue explotada brutalmente. Luego, por supuesto, ha tenido que trabajar siempre para mantenerse ella y a sus hijos.

En cuanto a lo racial, la belleza de la mujer negra ha sido desacreditada. A la caracterización de la blanca y sus rasgos fisonómicos: cuerpo esbelto o de diosa, cutis de rosa, ojos claros, boca de grana, labios finos, pelo sedoso, manitas blancas, se opone el pelo “malo”, rostro oscuro, nariz “ñata”, la “bemba” y otros que ya conocemos. Con ello un cuadro completo de las oposiciones binarias propias del racismo…

En el llamado negrismo o afronegrismo, la mujer negra ha sido injuriada en poemas como “La rumba”, del cubano José Zacarías Tallet, y “La cumbia”, del colombiano Jorge Artel, entre otros. En ellos se destacan las partes sexuadas y se describe su danza como salvaje, casi animal. Es curioso cómo estos poetas, algunos de ellos negros y mulatos, utilizan un discurso diferente resaltando la espiritualidad y otras cualidades humanas cuando escriben sobre la mujer blanca.

En la poesía cubana contemporánea tenemos varios ejemplos de poetas notables que han impugnado esos arquetipos con eficacia. Nancy Morejón, introduciendo el sujeto mujer negra como un ser históricamente determinado, protagonista del devenir de la Isla y capaz de expresar la cotidianidad, la intimidad, incluso la religiosidad de origen africano sin estridencias ni pintoresquismos, es un ejemplo digno de tener en cuenta. Lo mismo podemos decir de la poesía de Excilia Saldaña, que se identifica con la condición de la mujer mestiza y objeta la situación subalterna de la esposa en la pareja. En la producción más reciente de Georgina Herrera aparecen los temas de la identidad, de África como memoria ancestral y se destaca la rebeldía de la mujer cimarrona y de heroínas como Fermina Lucumí o Mariana Grajales. Son solamente tres ejemplos recientes que se alejan del pintoresquismo y las injurias en que cayeron algunos poetas afronegristas.


[1] María del Carmen Barcia Zequeira: “Mujeres en torno a Minerva”, La Rábida, n. 17, 1998, Huelva.

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2 comentarios en “Mujeres, raza e identidad caribeña~

  1. coco dijo:

    A ver si en vez de preocuparnos tanto por recelos y querer ser tan intelectual, terminamos de entender que no existen razas.
    El ADN es exactamente el mismo en todos los humanos.
    Solo es cuestion de algo visual…
    Saludos

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